miércoles, 25 de agosto de 2010
No era así como debía ser. I
En cuanto me crea que puedo controlar la situación me voy de jeta de nuevo al piso. Y esta vez, me rompo todos los dientes. No me fue suficiente escuchar la maldad en boca de otros, si no que la tuve que comprobar yo reiteradamente, una y otra vez, caigo, vuelvo a subir, planeo, me mantengo, me mandan de nuevo al suelo. Y obviamente no es culpa de nadie, es culpa de mi estúpido controlador de emociones e ilusiones. Dicen que el miedo se esconde detrás del enojo, bueno el enojo no lo puedo encontrar (ojala pudiera), y el miedo se almacena en el pecho, justo antes de tirarme del avión, para intentar planear con el paracaídas, pero no, este no funciona y caigo vacío, caída libre de mas de 500 metros, busco hasta paredes para rasguñar, a ver si se frena la caída, pero no. Y de paso, la cabeza me da las vueltitas particulares antes del mareo, antes de que la boca del estomago quede vuelta patas para arriba y la garganta queme. Y sí, quema, quema como vodka del barato, del que es alcohol etílico puro, ni esencia, así como vino de la botella, adentro! Solo que esta vez no es alcohol, ojala lo fuera, es amontonamiento de palabras, es ansia de escupir todas las partículas que se distribuyen por el consiente y muchas veces también por el subconsciente. Y que hago? Nada, calladita, acepto represaria poco justa, me disculpo, bajo la cabeza, junto manos en la espalda y capas escribo la justificación o me entrego a la tristeza para no dar pena con una escusa armada a imagen y semejanza de mis sentimientos mal heridos por tanto ultraje interno.
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